Carta abierta a Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior y vicepresidente primero del Gobierno de España.
Madrid, 18 de junio de 2001
Querido Alfredo:
El pasado viernes 10 de junio compareciste en rueda de prensa asegurando que la policía nacional estaba en las calles de España para garantizar la libre circulación de los ciudadanos españoles. Te vi en el Telediario de la 1 y te creí.
Al día siguiente, sábado 11, quise asistir al acto de investidura de Gallardón como alcalde de la ciudad en la que vivo y pago impuestos desde hace más de 20 años y, para mi sorpresa, la policía nacional me cortó el paso en la calle Mayor a las once de la mañana. Recordé a los agentes tus palabras, y les recordé también que las tomas de investidura de un alcalde son abiertas al público. Como respuesta, me pidieron la documentación, pese a que los policías no iban identificados. Enseñé mi DNI y pedí números de placa. No hubo manera. Me senté en el suelo a esperar y pronto se formó un grupo muy numeroso de simpatizantes del 15 M en la misma situación que yo.
Al cabo más o menos de una hora, aburridos de cantarles “No sois de madera, tenéis corazón”, “A ti también te han bajado el sueldo”, “Tenemos la razón y lo sabéis” y similar, nos pusimos en pie. Se había formado una manifestación. Fuimos todos juntos a la parte de atrás de la antigua sede del Ayuntamiento y, en la calle Sacramento, los encargados de garantizar la libre circulación de los ciudadanos españoles volvieron a cortarnos el paso y eso que éramos muchísimos. Volvimos a sentarnos y a cantar. Esta vez “No les hagáis el trabajo sucio”, “Gallardón, sal al balcón” o “Yo también quiero protección”. Pero, oh cielos, cuando el acto de investidura al que no nos habían dejado entrar estaba terminando, alguien de Interior se dio cuenta de que una parte de la sentada ocupaba la salida del garaje que estaban utilizando quienes sí participaban en la ceremonia. Los policías se pusieron nerviosos y reaccionaron mal. Están muy preparados para reaccionar contra la violencia pero se desconciertan mucho cuando se encuentran con mensajes inclusivos que les llegan desde el buen humor.
Como consecuencia, a mis cincuenta años, un grupo de representantes de la ley me cogieron dos veces en alto y me dejaron caer al suelo con una agresividad absolutamente innecesaria: esguince de tobillo izquierdo. Poco después, el jefe del dispositivo, me pegó dos patadas en los riñones con una rabia que convendría averiguar de dónde le viene. Yo no sabía que la puntera de las botas de la policía nacional tuvieran un refuerzo metálico; me enteré demasiado tarde: contusiones en el costado derecho. También me dijo que se iba a sacar “la polla para follarme ahí mismo” (sic) y me cogió de la garganta apretándome el cuello para que me faltara el aire mientras me decía “Ahora vete y denuncia”. Debe de tener diez años menos que yo.
Me atendieron ahí mismo en la ambulancia del Sámur, donde me inyectaron un analgésico y un antiinflamatorio, me dieron un tranquilizante y me derivaron a un servicio de urgencias donde me pudieran hacer placas del tobillo y las costillas.
Como soy una privilegiada pese a que todos los miembros de mi unidad familiar estamos en paro, fui al centro de Sanitas más cercano a mi casa, donde descartaron que tuviera huesos rotos y se aseguraron de que no orinaba con sangre.
De ahí, a denunciar a la comisaría más próxima. Por suerte, mi agresión había sido presenciada por multitud de periodistas, lo cual facilitó muchísimo que se neutralizara el corporativismo y se me atendiera como es debido.
Ayer mismo ya me vio un médico forense en los juzgados de la plaza de Castilla, a donde por cierto llegué en silla de ruedas (y me temo que tengo para rato). Bravo por los profesionales de la Justicia.
Tengo a tu disposición:
- el atestado nº 12986/11 del la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil
- cuatro informes médicos de centros públicos y privados
- También en Internet encuentras abundante documentación gráfica y audiovisual.
- Y me encuentras para cualquier aclaración o duda en el 677 97 01 28.
Muchas gracias desde ya,
Asun Lasaosa
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