La encomienda menos dura de su empresa es la de asorar a otras que le piden su ayuda. ¿Qué servicios le solicitan más en esta época?
Fundamentalmente, uno: cómo pagar sus deudas. Vienen a nosotros en una situación muy mala y creen que tenemos en un saco millones de euros para ayudarles. No es así, evidentemente, y no es tarea fácil asesorarlas. En principio, lo que hacemos es hacerles entender que todo se puede ir al traste y que no siempre las cosas salen bien. Ellos vienen con la obsesión de pagar una deuda, pero no piensan en el problema de base que tienen. Cuando un empresario llama a la puerta de G&V quiere una inyección de liquidez inmediata, no piensa más allá.
¿Han notado que aumentan las consultas desde que se inició la crisis?
Muchísimas más, es normal que sea así. En el año 2009, tuvimos unas 6.000 peticiones de ayudas y en 2010 cerramos con 4.000 peticiones. El problema es que recurren a nosotros en una situación límite, cuando ya no saben qué hacer.
Cuando las deudas les ahogan...
Claro. El empresario que lleva sus cuentas al día y las tiene en orden no recurre a una empresa así, solicita un concurso de acreedores, que para algo existe una ley que lo permite, se estructura un concurso y se negocia con sus acreedores. Esa es la situación normal.
¿Y la anormal?
La anormal, desde el punto de vista legal, es tener que echar mano de empresas como nosotros para salir del hoyo. Pero es mucho más frecuente. El 90% de las pequeñas y medianas empresas de España han vapuleado su negocio. Han vivido en derroche continuo sin tener ni idea de cómo gestionar sus bienes. Esa gente es la que recurre a nosotros.
Lo que está diciendo es que muchos empresarios han llevado sus negocios a la quiebra...
El 90% de los pequeños empresarios no han sabido llevar sus negocios, han vivido a todo tren. Aquí, hace unos años, un señor con una compañía de diez empleados tenía un todoterreno, un descapotable para su mujer y una casa en la playa. Y el que tenía menos era un imbécil. Pero claro, todo eso había que pagarlo y estaba fundamentado en humo, porque ahora no tienen el dinero para pagarlo. No lo tienen, no hay nada más que pensar.
Por supuesto. Lo repito, el empresario que llevaba bien sus cuentas y no tiene nada que esconder presenta un concurso de acreedores, el que no tiene ni idea de cómo hacer las cosas busca un asesor a la desesperada. Durante muchos años, las empresas españolas han confiado en las gestorías como su gran mesías, como la panacea. Pero es que una gestoría es un mero presentador de papeles, soluciona la burocracia de las cuentas, pero no se molesta, porque no le compete, en analizar cómo puede mejorar una empresa, dónde estan sus puntos débiles... Para eso hay que tener una formación.
Formación que no tienen, según dice, los empresarios españoles...
La mayoría no, claro. En España ha habido siempre muy buenos técnicos, muy buenos obreros y muy buenos trabajadores, pero que luego, a la hora de llevar una empresa, han demostrado ser pésimos empresarios. Se les ha ido de las manos.
¿Ha sido ese el detonante de la crisis económica actual?
No nos engañemos. La crisis nace porque estalla una burbuja inmobiliaria muy importante, de unas dimensiones incalculables. Pero sus consecuencias han tenido mucho que ver con esta falta de especialización. Aquí llegó un momento en que un albañil con dos obreros en nómina se comportaba como una gran inmobiliaria. Eso no puede ser y ahora lo están pagando muy caro.
Además de asesorar empresas, G&V compra compañías al borde a quiebra y las reflota. ¿Cómo es el proceso?
Bueno, es muy duro, porque de las empresas que podemos comprar muchas están en una situación insalvable. Básicamente, lo que hacemos es juntar un grupo de empresas con una actividad similar y que puedan tener sinergias entre ellas y crear una sola compañía más sólida. Es decir, si nosotros comparmos cinco empresas, a lo mejor salvamos una, pero cogiendo parte de los elementos de las otras cuatro. Cada compañía es un traje a medida. Lo primero que hay que hacer es quitar costes de donde se pueda, limpiar la empresa.
¿Es más duro reflotar una empresa que ponerla en marcha?
Mucho más, sin punto de comparación. ¿Cómo le explicas a un señor que le paga a su hija , a su mujer y a un amigo, que trabajan para él, una nómina de 2.000 euros que no se merecen ese sueldo? Es muy difícil recortar gastos, mucho.
No me arriesgo si le digo que a usted le ha ido muy bien la crisis...
Sí, a mí me ha venido estupendamente. No puedo engañar a nadie porque no soy un hipócrita. Ahora estamos en la mejor época para nosotros, en el boom, pero tampoco nos hemos estado quejando siempre por todo, como hacen otros sectores.
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