Hay muchas personas que pretenden mantener una posición neutral frente a un conflicto basada simplemente en ignorarlo o no hacer nada al respecto. Es innegable que es la postura más cómoda, pero en la mayoría de los casos de neutral no tiene nada, y de justa, menos.
Permanecer de brazos cruzados mientras el matón de la clase le parte la cara al compañero más débil es sólo un poco menos miserable que sujetarlo para impedir que se defienda.
Decía un superviviente de un campo de concentración: "lo peor no era lo que nos hacían aquellos monstruos de la SS, lo peor era ver a toda aquella buena gente que no hacían nada por evitarlo." ¿Buena gente?...
Por desgracia parece que la de la indiferencia camuflada de "neutralidad" es la postura imperante en la sociedad contemporánea. No tomamos parte ni en los conflictos que nos afectan directa o indirectamente, así que en los que nos pillan de lejos todavía menos. Y aun así dormimos cada noche como si nada. Es lo que tiene la pereza.
Ante este panorama es doblemente admirable que haya gente como el profesor Neira, Gaspar García Laviana o los anarquistas de Israel. Ojalá se conviertan en referentes para generaciones futuras y no haga falta que tengamos que convertirnos en víctimas nosotros para que nos demos cuenta de lo hijoputas que son los "neutrales".
No hay comentarios:
Publicar un comentario