viernes, 12 de agosto de 2011

Políticos corruptos, ¿ciudadanos idiotas?

Desde el blog de Julian Villanueva copio y pego articulo muy interesante, como siempre el titulo de esta entrada enlaza directamente con el original.




Good Fortune
Me decía mi primo, que un colega de un país eslavo le preguntó recientemente: «¿Es verdad que estáis con casi 5 millones de parados? ¿Es verdad que no hay crédito para el pequeño y mediano empresario? ¿Es verdad que cada semana hay un nuevo caso de corrupción política?» A lo que él, muy resignado, contestaba: «Pues sí, es verdad». Y su colega, como si no entendiese nada, le hacía esta última pregunta: «¿Y no estáis en la calle, como en Túnez?»
Y es que lo que está pasando en España es insólito. Mientras el paro aumenta, vemos cómo muchos de nuestros políticos defienden sus sueldos vitalicios. Nos enteramos de tantos casos de corrupción que empiezan a dejar de ser noticia. Altos directivos de empresas rentables empiezan a ir en turista, pero nuestros eurodiputados, ¡que lo han hecho tan bien!, quieren ir en business. Algunas cajas mantienen los consejos de administración que las quebraron, mientras el FROB, con nuestros impuestos, les salva la cara. El gobernador del Banco de España reconoce que actuó tarde en la reforma de las cajas, pero no dimite. Y el partido gobernante piensa en sus luchas internas en vez de en el bien del país, con una oposición aletargada esperando a que el otro caiga, más que a aportar ideas nuevas.
En una carta al director del Diario Noticias de Navarra, un lector se preguntaba si somos idiotas. Otros dicen que no, que estamos dormidos. Y yo me pregunto si no será que nuestros nuevos valores nos han dejado narcotizados, sin capacidad de responder a ningún estímulo. ¿Narcotizados, dormidos o idiotas? ¿O las tres cosas a la vez?
«¡Indígnate!» Con este título, el diplomático nonagenario Stéphane Hessel ha escrito un ensayo corto que ha vendido millones de ejemplares en Francia. Hessel hace un llamamiento especial a la juventud, de la que formó parte como miembro de la resistencia nazi en París, en los años 40, cuando tantos europeos se sacrificaron por unos altos ideales. Para él, la indiferencia es la peor de las actitudes.
¿Se indignará nuestra sociedad? ¿Lo hará la juventud, como lo ha hecho en tantas ocasiones de nuestra historia? Cuando comparto esta inquietud con amigos, muchos me dicen que la juventud, que es la primera víctima de esta crisis, no va a hacer nada, porque no tiene hambre y está dormida.
Sin embargo, si yo fuera político, estaría nervioso. Como dice Hessel: “si hoy, como entonces, se encuentra una minoría activa, esto será suficiente, tendremos la levadura para elevar la masa.” Los sindicatos están comprados. Pero hoy hay mecanismos más rápidos, y más creíbles para movilizar a una población descontenta. ¿Qué analista político podría haber augurado lo que está pasando en el mundo islámico?
Es cierto que allí hay menos libertad. Es verdad que allí pasan hambre de verdad. Pero nuestros estándares son más altos y aquí la clase media se está destruyendo a marchas forzadas. Casi cinco millones de parados, una corrupción galopante, una juventud sin futuro, inflación, desorientación de valores… son ingredientes muy peligrosos.
La clase política debería tomar nota. ¿Se puede seguir manipulando a nuestra sociedad? ¿Es mejor mantenerla narcotizada?
¿No será mejor cambiar España ya?

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