EL primer ministro chino, Wen Jiabao, hizo el viernes una declaración interesante: esperamos, dijo, que la nueva administración americana proteja las inversiones de China en bonos del Tesoro de Estados Unidos. Hemos prestado una enorme cifra a Estados Unidos: estamos algo preocupados. El Tesoro americano hará, lo esperamos, honor a sus compromisos.
Añadió algo que conviene considerar: «No detendremos las compras de títulos americanos ni venderemos parte de esos títulos». China aspira a ser un poder estabilizador y trata de tranquilizar a América en vísperas de la reunión del G20. El presidente de China, Hu Jintao, y su primer ministro han sabido valorar la situación. George W. Bush perdió meses preciosos (no entendía, no veía). Sarkozy y Brown reaccionaron de inmediato, sin la fuerza necesaria, según Paul Krugman. China sí lo hizo.
China es una gigantesca bolsa de reserva del ahorro mundial. Cuenta con algunos millares de millonarios y, sobre todo, con centenares de millones de campesinos, ferroviarios, porteras, taxistas, fresadores, carpinteros, que ahorran sin cesar. Quizá veinte yuanes al mes, dos dólares, multiplicados por cientos de millones. China tiene más de dos billones de dólares ahorrados: ha invertido un billón en bonos del Tesoro (730.000 m.) y en otros títulos de la deuda americana.
Hay una relación entre China y el proyecto de Tesoro Único europeo, impensable hace diez años, alcanzable hoy. China cree que sólo un acuerdo entre los cuatro grandes (Estados Unidos-Canadá, Unión Europea, Japón y China) podrá sacar al mundo de la crisis.
Las nuevas estructuras se levantan a veces sobre escombros. Europa ha pasado medio siglo a marcha lenta, con sus Estados interfiriendo en la Unión. Ahora no hay un minuto que perder. El euro está en peligro. Perderíamos, si cayera, toda esperanza (de inmediato surgiría otra Unión, con cooperaciones reforzadas, moneda y defensa). Quizá los europeos, con Merkel, Sarkozy y Brown a la cabeza, presenten un frente común en Londres. Los tres debaten cómo llegar al G20 con alguna credibilidad. El BCE prepara un gran despliegue supervisor-regulador: El Tesoro Único prefiguraría un Gobierno Económico europeo.
Estados Unidos ha comprometido una cantidad equivalente al 4,8 por ciento de su PIB en sus paquetes de estímulo. China llegará al 6. Japón no andará lejos. Los europeos avanzan en orden disperso: Alemania con el 3,5; Francia, 1,4; Reino Unido, 1,3. Un estudio de un estadístico del Estado, Juan Ignacio Crespo, publicado este mes por el Real Instituto Elcano, estudia el nacimiento del Tesoro Único, un organismo de la Unión, comunitarizado, capaz de emitir deuda pública; de avalar a cualquier estado de la Unión en dificultades; y de ejercer como centro de compensación interterritorial. Estas serían sus atribuciones centrales. El presupuesto europeo habría de crecer, necesariamente. ¿Puede alcanzarse ese objetivo, una Hacienda común, sin una armonización fiscal previa? Sin duda, sí. La situación es tan desesperada que ese elemento unificador puede nacer hoy. Sería, sobre todo, un antídoto contra el miedo. Los Estados europeos, unidos, podrían hablar con China o Norteamérica. Desunidos apenas existen. Los sucesores de Monnet y Schuman no lo habían conseguido: ahora podrían.
«La confianza es más importante que el oro y el dinero» decía Wen. El trabajo persistente y duro, unido a la inteligencia, son los dos medios con los que el hombre ha vencido a las crisis en los últimos 3.000 años.
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