lunes, 7 de julio de 2008

Mogao, la 'Capilla Sixtina' del budismo




Las miles de pinturas y esculturas de las grutas chinas de Mogao, guarecidas en un oasis del desierto que las rodea y amenazadas en los últimos años por el avance de la arena, se enfrentan en los últimos tiempos a los estragos de un nuevo enemigo: el creciente número de turistas, que dificulta su conservación y acelera su deterioro.



Situadas a unos 25 kilómetros al sureste de la ciudad de Dunhuang, en la provincia de Gansu (noroeste del país), las Grutas de Mogao son un conjunto de más de 700 cuevas excavadas en la ladera de una montaña (si bien sólo están abiertas al público medio centenar) que se extienden, de norte a sur, por una distancia superior al kilómetro y medio de longitud.




Atesoran más de 2,400 esculturas policromadas, frescos que abarcan una superficie aproximada de 45,000 metros cuadrados, documentos y otra serie de reliquias que convierten al enclave en uno de los epicentros mundiales del arte y la cultura budista.



Declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, las primeras grutas fueron excavadas en el siglo IV por monjes que también se encargaron de decorar su interior con esculturas, pinturas y diversos objetos en homenaje a Buda, si bien la mayoría son posteriores, de hace unos 1,000 años.
Conocidas también como las ''Cavernas de los Mil Budas'', las grutas constituían una parada fundamental en la ''Ruta de la Seda'', vía comercial que, en la Antigüedad, unía Oriente y Occidente. Su ubicación, no obstante, se erigió pronto en su principal enemigo, ya que las grutas están localizadas en un oasis al que acecha el desierto de Kumtag, el sexto más grande de China, que ya logró sepultarlas siglos atrás.



Redescubiertas a comienzos del siglo XX, las grutas pronto volvieron sentir el peligro procedente del desierto, que avanza con paso firme y cuya arena, con la ayuda del viento, se cuela por las grietas de las cuevas y se posa en sus pinturas y esculturas. Así, el primer cometido matutino del centenar de expertos de que dispone la Academia Dunhuang, institución encargada del estudio y conservación de las esculturas y pinturas que atesoran las cuevas en su interior, pasa por retirar la arena llegada durante las horas precedentes. Pero también la afluencia de visitantes ha empezado a repercutir negativamente en la salud de las obras de arte de Mogao, según explica el subdirector de la academia, Wang Xudong.
De acuerdo con Wang, el excesivo turismo ''acelera su envejecimiento'' al romper el equilibrio del interior de las cuevas, que necesitan un clima templado y poco húmedo.
''Lo ideal sería que el número de turistas no sobrepasase los 2,000 al día, pero la realidad es que en muchas ocasiones alcanzamos los 5,000'', subraya Wang.
''En 1979, cuando las grutas se abrieron al público, recibimos 20,000 turistas, mientras que en 2007 la cifra fue de 550,000'', añade.
El experto explica que la temperatura dentro de las cuevas ronda los 16 o 17 grados y la humedad, el 20 por ciento. Sin embargo, cuando las grutas reciben turistas pueden llegar a alcanzar los 30 grados y un 60 por ciento de humedad.
''Además, cuando los turistas abandonan las grutas, los grados tardan en descender, por lo que, al cabo del día, son muchas las horas en las que las cuevas cuentan con altas temperaturas'', agrega.
Hace muchos años que tanto la academia como las autoridades locales tratan de frenar el problema del avance del desierto, una empresa que se ha convertido en una verdadera quimera.
''Levantamos un dique para parar al desierto, pero esta medida sólo obtuvo un éxito temporal, ya que a los pocos años la barrera quedó enterrada por la arena, que siguió aproximándose a las cuevas'', relata Wang.
En la actualidad, las iniciativas para proteger las grutas de la arena son básicamente dos: la colocación de una red de nailon alrededor de las cuevas y la plantación de árboles y arbustos a sus pies para tratar de detener a la arena, si bien, indica Wang, ``esta medida sólo funciona durante dos o tres años porque transcurrido ese tiempo terminan siendo engullidos''.
''Y no podemos limpiar la arena de ciertas estatuas y pinturas debido a su delicadeza'', se lamenta.
Pese a que el desierto sigue erigiéndose en ''la principal amenaza'' para las cuevas y sus obras de arte, sus labores de conservación se han visto dificultadas más si cabe durante los últimos años debido al aumento de turistas, que, tal y como reconoce Wang, ''influyen'' en su innegable deterioro.
''Se trata de que la protección y exhibición de las cuevas sean compatibles'', señala Wang, por lo que también se está tratando de adoptar fórmulas en este sentido, ''la más importante, un proyecto ya aprobado para la construcción de un centro de muestra digital'', destaca.
''En él daremos las explicaciones sobre las grutas a los turistas, que irán luego a visitarlas. De este modo, reduciremos el tiempo de estancia en cada cueva de los ocho minutos actuales a unos cuatro minutos, un recorte que redundará en beneficio de las obras de arte y de los propios turistas, ya que podrán disfrutarlas más al ser menores las aglomeraciones'', asegura.
Tanto la amenaza natural como la humana hacen que, pese a todas las estrategias puestas en práctica, el futuro de las grutas, cuando menos a largo plazo, siga siendo incierto, aunque Wang prefiere ser moderadamente optimista.
''Tal vez Mogao desaparezca algún día, pero hacemos todo lo posible para que eso no ocurra y confiamos en que, con la ayuda de la ciencia, podamos ir encontrando nuevas soluciones'', sostiene Wang.
''Hemos logrado conservar sus obras de arte durante 1,000 años y esperamos que podamos conservarlas otros 1,000 más'', sentencia.•

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