martes, 9 de marzo de 2010

Gabriel Jordá Correcher,UN PEDERASTA FUGADO DE ESPAÑA.


Gabriel Jordá Correcher dejó Valencia, la ciudad en la que nació hace 32 años, cruzó el Atlántico y recaló en Río Dulce, una recóndita ciudad enclavada en la ruta maya guatemalteca, en el departamento de Izabal. Allí, en un paraje al que solo se puede llegar en barco, está Casa Guatemala, un hogar para niños al que acuden voluntarios de todo el mundo y turistas solidarios, atraídos por la belleza del lugar y el trabajo que se puede hacer con los dos centenares de menores acogidos.
Según la web de la propia organización, en la Ciudad de los Niños –como es conocido el hogar de Río Dulce– hay chicos de entre 5 y 16 años que están allí por diversas razones: han sido abandonados por sus padres, son huérfanos, sus familias son extremadamente pobres y no pueden pagar su manutención y algunos incluso han sido víctimas de abusos sexuales por parte de sus familiares.
Al cuidado de esos chicos trabajan cooperantes profesionales y voluntarios mexicanos, españoles, norteamericanos… Los voluntarios desempeñan todo tipo de labores, desde la construcción de infraestructuras a trabajos de educadores y maestros. Este es el que ha estado haciendo Gabriel Jordá en Casa Guatemala en los dos últimos años, según los voluntarios que lo denunciaron.
En los primeros días del mes de febrero, dos voluntarios españoles de Casa Guatemala viajaron desde Río Dulce hasta la capital guatemalteca, situada a unos 300 kilómetros de la sede del orfanato. Los cooperantes se presentaron en el Departamento de Seguridad de la Embajada española, que cuenta con una nutrida delegación de policías y guardias civiles. El Ministerio del Interior español tiene diversos acuerdos con Guatemala en materia de formación de agentes y para dar cobertura a la Comisión Internacional contra la Impunidad, dirigida por el fiscal español Carlos Castresana.
Los denunciantes dijeron a los agentes destinados en la Embajada que en agosto de 2007 llegó a la escuela un individuo español llamado José Gabriel Jordá Correcher –su nombre real es Gabriel–, que trabaja como profesor. “Su actitud y su comportamiento con los niños, sobre todo los más pequeños, no nos parecen adecuados”, contaron los voluntarios.
Según la denuncia, ambos habían visto a Gabriel “en situaciones delicadas y poco convenientes, como estar con los niños a solas en el cuarto con una actitud que no nos gusta”. Además, añadieron, Gabriel Jordá daba “muestras de cariño demasiado efusivas y poco adecuadas entre un adulto y un niño”.
Según contaron los dos voluntarios españoles, las sospechas sobre el comportamiento de Jordá se habían extendido por el orfanato desde hacía tiempo. Incluso, ellos mismos habían advertido a la directora del centro, una hondureña llamada Angelina Pérez Cortés. La responsable del hogar les dijo que no podía hacer nada con el sospechoso hasta que le aportasen pruebas.
Los denunciantes se presentaron en la Embajada con fotografías de Gabriel en Casa Guatemala y con un reportaje de interviú en el que se desvelaban las actividades del pedófilo en España. Los cooperantes avisaron a los agentes españoles que Gabriel tenía pensado permanecer en Casa Guatemala al menos todo el año 2010 y mostraron su preocupación, porque “puede ser una fuente de peligro para los niños”.
Los voluntarios de Casa Guatemala contaron también que Gabriel se había encargado de instalar una red de internet en el hogar y que los fines de semana se desplazaba al hotel Backpackers, un establecimiento cercano al orfanato y con una conexión a la red de bastante calidad.
Los encargados de la seguridad de la Embajada española en Guatemala verificaron en primer lugar la identidad de la persona denunciada, su situación procesal y sus antecedentes. Descubrieron que desde el 15 de mayo de 2008 pesaba sobre Gabriel Jordá una orden de búsqueda, detención y personación dictada por el Juzgado de Instrucción número 9 de Valencia y una orden de alejamiento contra tres niños. Todo ello relacionado con un procedimiento abierto contra él por producción y distribución de pornografía infantil: la operación Saturno, en la que fue detenido en enero de 2007, junto a otro pederasta de Tarragona. En los primeros días de este mes de marzo, el juez dictó un auto, tras conocer la huida de Gabriel a Guatemala, por el que decretaba la prisión provisional, comunicada y sin fianza del fugitivo.
Gabriel en 2007 se hacía llamar Darzee y era un activo pedófilo en la red. Había trabajado en dos colegios de Valencia como profesor auxiliar, organizaba campamentos infantiles de verano y se anunciaba como animador de fiestas –se disfrazaba de payaso o de mago– en varias páginas webs, algunas de ayuntamientos, como el de Alacuás (Valencia). Además, cuidaba a niños por horas y aprovechaba ese trabajo para abusar de ellos y grabar sus perversiones y difundirlas en la red.
Su detención acabó momentáneamente con sus aberraciones. En su declaración ante el juzgado, negó todos los cargos que se le imputaban e incluso dijo no reconocerse en las fotografías e imágenes que los agentes de la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) encontraron en sus ordenadores. Pese a ello, el juez ordenó su ingreso en prisión. Gabriel Jordá entró en la cárcel de Picasent (Valencia) el 29 de enero de 2007 y permaneció entre rejas hasta el 28 de mayo de ese mismo año. Según los voluntarios que lo denunciaron en la Embajada española en Guatemala, apenas tres meses después, Gabriel Jordá ya volvía a estar entre niños: en agosto de 2007 llegó al orfanato de Río Dulce.

Con su pasaporte.

Fuentes policiales aseguraron que Gabriel Jordá debió de viajar hasta Guatemala con su pasaporte, ya que al juzgado no se lo retiró. Un año después de su puesta en libertad fue cuando el juzgado de Valencia decretó la orden de detención, ya que no fue localizado en su domicilio cuando le quisieron hacer llegar una notificación relacionada con el procedimiento por abusos sexuales por el que aún debe ser juzgado en España.
Una vez verificada la identidad del pederasta fugado y constatado que sobre él pesaba una orden de detención, el coordinador de seguridad de la delegación diplomática –un teniente de la Guardia Civil– se reunió con la embajadora española, Ana Diéguez, un policía italiano y un inspector del Cuerpo Nacional de Policía. Entre todos acordaron comunicar los hechos a la Policía Nacional de Guatemala y a la Fiscalía de aquel país, por si se podía actuar allí contra el pederasta.
Paralelamente, el coordinador de seguridad remitió una nota al general de la Guardia Civil responsable de la Secretaría de Cooperación Internacional y el inspector de policía destinado allí hizo lo propio con el comisario encargado de las Relaciones Internacionales. En esas notas se advertía: “Se estima que en la actualidad [Gabriel Jordá] continúa cometiendo delitos sexuales en Guatemala amparado en los altos niveles de impunidad que existen en el país. Para ello ha buscado una zona de difícil acceso”.

Poca colaboración.

Desde la Embajada comenzaron los contactos con las autoridades guatemaltecas. “Allí no hay agentes formados en la persecución de estos delitos y ellos mismos han dicho que no están preparados para analizar el material informático que encuentren en poder del sospechoso”, señalan fuentes policiales españolas. La propia oficina de Unicef en Guatemala y el fiscal Carlos Castresana mostraron a los agentes de la Embajada su disposición a colaborar en la expulsión y puesta a disposición de la justicia española de Gabriel Jordá. Mientras, en España, los agentes de la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT), la unidad que detuvo al pedófilo en 2007, comunicaron al juzgado la localización de Jordá en Guatemala. El titular del Juzgado de Instrucción 9 de Valencia dictó el pasado 3 de marzo una orden de prisión provisional comunicada y sin fianza contra el fugitivo.
La semana pasada, la Policía Nacional de Guatemala había dejado bien claro a sus colegas españoles que expulsarían al pederasta del país y le enviarían a España, amparándose en sus antecedentes, en la orden de detención dictada por el juzgado de Valencia y, sobre todo, en el trabajo que estaba realizando en ese momento, rodeado de niños. Sin embargo, hasta el pasado viernes por la tarde no se había ejecutado la expulsión y la policía española esperaba las instrucciones de sus colegas guatemaltecos: fecha y hora en la que Gabriel Jordá bajaría del avión para ponerle las esposas y llevarlo a prisión.

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