Tenemos unos políticos que no nos merecemos:
Responsables:
Nacho Uriarte, Presidente de Nuevas Generaciones del partido –menudo eufemismo- diputado y miembro del Comité Ejecutivo del PP, además de pluriempleado en la comisión de Seguridad Vial del Congreso, fue cazado el miércoles conduciendo borracho
Educados:
Esperanza Aguirre dixit: «Hemos tenido la suerte de dar un puesto a Izquierda Unida quitándoselo al Hijoputa»
Solidarios:
Los diputados y senadores que hayan alcanzado los 11 años de mandato tienen garantizado el cobro de la pensión máxima
Bono a los diputados: el Congreso cuesta lo mismo que Ronaldo

A esto se le llama solidaridad.
Honrados:
María Antonia Munar dimite
Coherentes:
Montilla, presidente de la Comunidad de Cataluña, que impone a los catalanes (incluidos los charnegos como él) la enseñanza exclusiva en catalán, lleva a sus hijos a un colegio alemán

A esto se le llama coherencia con su ideología y postulados.
Caricatura de Vizcarra

Con lo señalado queda bien acreditado, tenemos unos políticos que no nos meremos, colmados de dignidades, por lo que ellos por iniciativa propia deberían dejarnos correr a nuestra suerte y marcharse mientras más lejos mejor, es sólo una sugerencia que de ser llevada acabo seria aplaudida por la mayoria.
Ante este maremágnum de virtudes – reflejadas aquí sólo algunas de ellas-, resulta extraño y paradójico como pueden seguir en sus poltronas, durante años y años.
En este punto es conveniente sacar a la luz una frase del Cantar de mío Cid -aquí un breve relato de los hechos y hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, contado en la web de victor-


Cantar de mío Cid

La frase podría quedar del siguiente tenor:
¡Dios que buen pueblo, si tuviese buenos Gobernantes!
Y a fe mía que

De todas formas siempre hay gente que mea fuera del tiesto -metafóricamente hablando y realmente también, para que engañarnos- y en este caso igualmente, aunque desafortunadamente cada vez menos. Como Joaquín Manuel Montero


Estos dos ejemplos, de un lado y del otro, nos sirven, más bien les debiera servir a ellos, para constatar que existe otro modo de hacer política en el que se antepone el bien común al propio. Quizás un día no muy lejano esto llegue a ocurrir.
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