miércoles, 5 de enero de 2011

Fundación Affinity

La compañía de un perro o un gato se ha demostrado útil para mejorar la moral de un enfermo o socializar a los internos en centros penitenciarios, por lo que la Fundación Affinity, entidad pionera en estas terapias, reclama cambios legales que faciliten la entrada de animales en hospitales y cárceles. 

En países como EEUU, Holanda o Reino Unido es habitual encontrar animales de compañía en hospitales, en centros penitenciarios, o en residencias de acogida de menores problemáticos donde viven de forma permanente y ayudan a "normalizar" estos recintos.
"Un animal convierte un hospital o una residencia en espacios mucho más humanos", explica la directora de Affinity, María Azkargorta, la fundación creada en 1987 que colabora con más de medio centenar de residencias geriátricas, centros de salud mental y discapacitados, y cárceles, a los que han donado más de un centenar de perros y algunos gatos para realizar estos programas.
El animal que entra en uno de estos centros se convierte en un "residente más", un estimulo durante las 24 horas y la residencia deja de ser sólo una residencia y "comienza a parecerse a un hogar".
En las residencias de mayores, se trabaja la psicomotricidad con la realización de tareas de cuidado del animal -paseo, cepillado, baño, higiene...- y además ayuda en el ámbito cognitivo, ya que el animal se convierte en una excusa para que los internos interactúen.
A los residentes en mejor estado físico se les otorga una tarea, como la alimentación, que el perro o el gato tengan siempre agua, una labor que conlleva una responsabilidad que al encargado le resulta gratificante, explica la técnica de la fundación Maribel Vila.
El terapeuta utiliza los animales en función de las necesidades, por ejemplo, para ejercitar movimientos. "No es lo mismo hacer el ejercicio de tirar una pelota y que no haya nadie, que un perro te la devuelva y puedas volver a tirarla", señala.
En EEUU hay perros que viven permanentemente en los hospitales, y que son llamados cuando un médico ve que un paciente está bajo de moral o requiere un tipo de rehabilitación y ve que no avanza.
Además, tener un animal que responde a sus caricias, a sus llamadas, les hace sentirse importantes, pasar de ser cuidado a cuidador "les da un sentido a su día a día".
Otra tarea como pasear al animal en la calle supone una actividad social extraordinaria, porque ir acompañado por un perro ayuda a crear lazos. "Personas que no hablarían con nadie o pasarían desapercibidas, de esta forma pueden tener sus conocidos, entablar conversaciones...", señalan las responsables de la fundación.
En los centros de educación de acogida de menores se trabaja en la misma línea emocional, cognitiva y social: el perro es un elemento que genera responsabilidades y se utiliza como herramienta para motivar conductas.
Los animales se utilizan para educar la empatía y ayuda a los jóvenes a manejar la frustración. Aunque la actitud inicial hacia el animal suele ser reticente, incluso agresiva, con el tiempo varía.
"Los animales funcionan bien con los chicos porque no les juzgan, independientemente de que hayan cometido un delito mayor o menor, y emocionalmente puede ayudarles mucho, salir a pasear con un perro ayuda a romper barreras: eres un chico que va con perro, la gente te ve con otros ojos", indica Vila.
Aunque se puede utilizar cualquier raza, no vale cualquier perro, porque no pueden ser agresivos. Desde la Fundación se utiliza sobre todo labradores y golden retriever, tranquilos y equilibrados, más fáciles de trabajar y motivar con comida o juegos.
Los vínculos se hacen tan estrechos que se han llegado a producir rivalidades entre trabajadores o residentes sobre "quién es más propietario del perro". Pero lo normal es que sea motivo de conexión, porque un perro rompe un poco los esquemas jerárquicos, implica tanto a la dirección como al personal de limpieza.
El perro es el animal estrella en estas programas terapéuticos, pero los gatos son igualmente útiles, aunque sean más complicados de motivar y menos dinámicos.
En Cataluña, hay un centro que funciona muy bien con un "minino" para tratar a personas con déficit cognitivos severos, a quienes se les coloca en el regazo para que los acaricien.
A pesar de estos avances, desde la Fundación Affinity se pide una mayor presencia de animales en los centros de la seguridad social.
"Queda mucho por explotar, hay pocos animales en los hospitales y en los centros de atención primaria es nula", señala Villa, que reclama voluntad política para cambiar las normativas y que los animales puedan llegar a más ámbitos, como ocurre en Holanda y en otros países europeos "que nos llevan mucho ventaja".

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