sábado, 1 de mayo de 2010

NIÑOS PRESOS

2.600 niños cumplen penas en las cárceles turcas

 En uno de sus golpes de efecto, el primer ministro turco, Tayip Erdogán, comparó a los niños palestinos que hacen frente a los israelíes lanzando piedras con los mandos de un Ejército. “Los niños palestinos son mis generales”, dijo, olvidándose de que en las cárceles dependientes de su gobierno malviven cientos de niños por el mismo delito: tirar piedras a la policía, aunque con una diferencia, los niños palestinos son “generales” y los turcos son “terroristas”.
En total y de acuerdo con los últimos informes de organizaciones humanitarias, en las cárceles de Turquía purgan penas en torno a 2.600 menores, acusados de diferentes delitos y procesados de la misma forma que los adultos. De esa cantidad, 737 han sido condenados a prisión por “actos terroristas”, aunque la inmensa mayoría de ellos fueron detenidos manifestándose contra el Gobierno en la convulsa región del Kurdistán. Solamente el año pasado, 1.300 niños fueron llevados ante los tribunales y sobre 177 recayeron, en total, 772 años de cárcel.
Fotografía de Beriván Sayaca difundida por internet.

Esta misma semana, en la ciudad de Mersin, han sido sentenciados a penas de tres a cinco años de cárcel quince menores, detenidos durante una manifestación por la libertad de Abdulá Ocalán, el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. En este caso, el fiscal reclamaba ocho años para cada uno. Su abogado, Vedat Ozkan, según publicó el jueves el diario Hurriyet, ha anunciado que, si no se atiende su recurso, elevará una denuncia al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Todos estos niños son procesados igual que los adultos debido a una reforma legal de 2006, según la cual la ley Antiterrorista en vigor se aplica también a los menores de edad. De acuerdo con la citada reforma, en la actualidad a un menor le pueden caer hasta 50 años de prisión según sea la acusación. Por ejemplo, el pasado mes de noviembre dos chavales de 13 y 14 años fueron procesados por terrorismo y sentados en el banquillo. La acusación aseguraba que habían lanzado cócteles Molotov en una manifestación. El fiscal pidió, para cada uno, 23 años de cárcel.
Aunque la inmensa mayoría de estos condenados, que comparten centros penitenciarios con los adultos, son chicos, también hay niñas, hasta tal punto que la prisión de Diyarbakir acaba de abrir un nuevo módulo para las menores. En esa cárcel está cumpliendo condena Beriván Sayaca (15 años), inicialmente sentenciada por tirar piedras a 13 años y medio, que quedaron reducidos a ocho. En el juicio, Beriván aseguró que se topó con la manifestación cuando se dirigía a casa de sus tíos en la ciudad de Batman. Ni sus argumentos ni su edad ablandaron al tribunal, que la encontró culpable de “participación en manifestación ilegal” y de “difundir propaganda de una organización ilegal”. Cuando su abogado preguntó a Beriván qué quería decir la palabra “propaganda”, la niña no supo qué responder; no conocía su significado. En una emotiva carta publicada en la prensa turca, Beriván, por cuya libertad se ha puesto en marcha una campaña internacional en Europa y EEUU, dice que se pasa el día llorando y que quiere volver con sus padres.

Organizaciones humanitarias como la Asociación Turca de Derechos Humanos, el grupo Justicia para los Niños e incluso la sección turca de Unicef han exigido al Gobierno de Erdogán que vuelva a modificar el Código Penal para adaptarlo a la Convención de las Naciones Unidas de los Derechos del Niño, que Turquía ratificó el año 1995. De acuerdo con esta convención, en su artículo 37, la condena a prisión de los menores de edad debe ser el último recurso y, de ninguna forma, pueden ser privados de su libertad arbitrariamente.
Estas organizaciones también piden que se creen tribunales de menores y que tanto los jueces como los policías que traten con ellos tengan una formación y capacitación profesional específica. Así se evitarían muchas denuncias según las cuales, al estar en cárceles de mayores, también son tratados como mayores. Uno de estos menores, Hasán Dundar, de 16 años, condenado a 10 de presión, aseguró que al entrar en la cárcel recibió golpes durante más de dos horas y que continuaron pegándole los siguientes días. “Me pegan cada mañana”, dijo Hasán. El escándalo ha abierto un debate que ha llevado al Parlamento las primeras voces exigiendo, cuatro años después de la reforma penal, una amnistía para los niños presos de Turquía.