viernes, 20 de marzo de 2009

Prostitutas de Europa, uníos

Prostitutas de toda Europa devolverán entre hoy y mañana al emblemático Teatro Odéon de París una de las funciones de los teatros clásicos de la Antigua Grecia: arrojar luz sobre los rincones más oscuros de la sociedad. Allí se preparan para celebrar la Tercera Asamblea sobre Prostitución en la que pondrán sobre la mesa una reivindicación común: la defensa de los derechos de las y los trabajadores sexuales.

(REUTERS)

Marcha por la legalización de la prostitución en San Francisco.

Entre lecturas de la célebre prostituta Grisélidis Réal, los participantes en este foro tratarán de mostrar a la sociedad la precaria situación en que viven. El encuentro terminará con una marcha mañana por las calles de la capital francesa. Sus exigencias son claras: pedirán al Gobierno francés la abolición de la Ley Interna de Seguridad —que penaliza algunos aspectos relacionados con el ejercicio de la prostitución—, que se reconozcan los derechos fundamentales de los trabajadores sexuales y que se apruebe un estatuto legal para este tipo de ocupación.

¿De dónde surge la Asamblea sobre la Prostitución?

El origen de la Asamblea, que ya va por su tercera convocatoria, se remonta a 2002, cuando Sarkozy era todavía ministro de Interior y presentó lo que entonces era sólo un proyecto de ley que amenazaba con perseguir algunas cuestiones relativas al ejercicio de la prostitución. Paralelamente, un grupo de personas que ya se ocupaban de la situación de las trabajadoras sexuales se reunieron para formar el colectivo de Droits et Prostitution (Derechos y Prostitución) como respuesta a lo que percibían como un atentado flagrante contra sus derechos. Meses después, el 18 de marzo de 2003, vio finalmente la luz la denominada Ley Interna de Seguridad.

La nueva legislación ha traído consigo muchos cambios que, según denuncia Miguel Ángel Garzo, uno de los socios fundadores de Droits et Prostitution y organizador del foro, han empeorado radicalmente la situación de las trabajadoras del sexo en Francia. Pero la deriva que toma la situación no es patrimonio exclusivo del país galo. Muchos de los problemas que denuncian son compartidos y experimentados en otros países del continente. Precisamente por eso esta Asamblea, más ambiciosa de sus predecesoras en 2005 y 2007, pretende unir a prostitutas y a sus aliados de toda Europa, con el fin de fortalecer los lazos entre los grupos y generar una auténtica red de estudio y acción colectiva. Como muestra de esta voluntad de 'internacionalización', Droits et Prostitution se ha acogido al Manifiesto de las trabajadoras del sexo de Europa (pdf en francés) y a la Declaración de Derechos (pdf en español) desarrolladas en un encuentro en Bruselas en 2005.

Las zancadillas de la Ley Interna de Seguridad

Pero, ¿cuáles son estos problemas que preocupan a las prostitutas francesas y que comparten sus colegas europeas? La tónica general es que la persecución ha tenido como consecuencia una mayor marginalización y la precarización de sus condiciones de vida y trabajo. Todo nace de la penalización de lo que se denomina "el enganche", es decir, la acción de tratar de atraer a una persona con el fin de realizar un intercambio económico-sexual. La mujer que es vista tratando de llamar a un posible cliente se arriesga a penas de varios meses de cárcel o multas de hasta 3.750 euros. Como ya ellos habían denunciado antes de que la ley se pusiera en marcha, esto también ha degenerado en un deterioro radical de las circunstancias en que desarrollan su labor las prostitutas.

Garzo cuenta cómo, para no ser descubiertas, las prostitutas se han visto obligadas a desplazarse a una zona de bosque a 60 kilómetros de la ciudad menos accesible para la policía en lugar de las zonas céntricas donde lo hacían antes. Esto dificulta su ocupación por partida doble. Además de que requieren un mayor tiempo de desplazamiento, se ven obligadas a esconderse en una situación de incomunicación total. Las mujeres, transexuales y hombres que antes ejercían juntos están ahora separados, lo que ha multiplicado su indefensión a la par que la violencia contra ellos ha ido en aumento. Por otra parte, esta nueva localización, al mismo tiempo que las protege de la acción policial, dificulta el acceso a los trabajadores sociales, lo que aumenta su vulnerabilidad.

(EFE)

Mujeres del colectivo Hetaira en una manifestación contra las campañas de hostigamiento.

El acoso de la policía ha tenido también otra consecuencia tangible: menos clientes se atreven a llegar hasta las trabajadoras sexuales, por lo que su situación económica también peligra. La necesidad las lleva a aceptar acuerdos que antes eran impensables. Este fenómeno ha tenido otra peligrosa consecuencia: el aumento de la práctica de sexo no seguro. Y es que algunos clientes pagan más por un servicio sin preservativo. Garzo, que trabaja en Arcat, una asociación de apoyo centrada en temas de salud, relata cómo ha visto crecer la aparición de Enfermedades de Transmisión Sexual. Y lo peor es que éstas se dan incluso en personas que llevan años practicando una política de sexo seguro con sus clientes, pero que no han podido manterla por las nuevas condiciones. El culpable de esta situación es claro para Arcat: la ley impulsada por el ahora presidente Sarkozy. A toda esta lista de dificultades, se debe sumar además la aparición de un grupo especial de policía destinado a controlar a las prostitutas. Según denuncia Arcat, estos agentes se dirigen a ellas de forma vejatoria, cebándose de manera especial con los transexuales y tratando a todos aquellos que ejercen la prostitución como meros delincuentes.

Las inmigrantes, las más perjudicadas

Sin embargo, si alguien ha sufrido con especial virulencia las consecuencias de la ley, han sido las inmigrantes. La norma concede a la policía el derecho de identificar a todas las trabajadoras del sexo. Esta forma de control consigue que las que no tienen permiso de residencia sean directamente repatriadas. Esto explica en gran medida que muchas de ellas hayan optado por esconderse en los bosques de las afueras de la capital, a pesar de ser conscientes del lastre que ello supone para su seguridad e integridad física. Así, la ley, que supuestamente estaba destinada a "luchar contra el proxenetismo" está, según Garzo, actuando como una vía fácil de expulsión de extranjeros del país. Ejemplo de ello es que en todo este tiempo no se ha denunciado una sola red de proxenetismo, pero sí se ha repatriado a multitud de mujeres sin papeles.

Dar voz a la precariedad del trabajo sexual en Europa

Este deterioro que diagnostica Garzo es común a muchos países del continente, donde bajo la apariencia de medidas contra el tráfico o el proxenetismo, se ocultan políticas de tipo mucho más controlador que dotador de derechos. Por ejemplo, últimamente destaca Italia, pero también España. Entre las asociaciones europeas que acudirán a la Asamblea se encuentra Hetaira, el colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas de Madrid. Para la representante que viajará a París lo importante de estos foros es dar a conocer la situación de cada país y establecer vínculos de trabajo común. La invisibilidad en que está sumida la prostitución la condena a que sus problemas reales no lleguen a personas que, de otro modo, sí apoyarían o se implicarían en la lucha por los derechos de las prostitutas, dicen desde Hetaira. Pero para conseguir este cometido resulta vital que sean las propias trabajadoras del sexo quienes tengan la oportunidad de alzar la voz y ser escuchadas.

Se debate crear un sindicato de trabajadoras del sexo, formado exclusivamente por prostitutas. Esto supondría que ellas mismas protagonizaran plenamente su propia lucha

Éste ha sido precisamente uno de los propósitos principales de la Asamblea, convertirse en el megáfono de las prostitutas. Por el momento, parece que se está consiguiendo: aunque en ella también participan colectivos de apoyo, más de la mitad de las personas registradas ejercen la prostitución en la actualidad. Y no resulta nada fácil porque, tal y como destaca la organización, en muchas ocasiones, animarse a colaborar supone saltar la barrera del miedo y de los estigmas que arrastra la profesión. A ello se suma además el temor de las inmigrantes a ser deportadas.

Por todas estas razones, una de las posibilidades que se debaten en la Asamblea es crear un sindicato de trabajadoras del sexo, formado exclusivamente por prostitutas. Esto supondría, por tanto, que ellas mismas protagonizaran plenamente su propia lucha. Que ellas podrían exigir, en definitiva, que se dé a todas las que hayan elegido su profesión de manera libre el mismo trato que al resto de trabajadores y ciudadanos: ni más ni menos que igualdad de derechos y respeto a su libertad para decidir su ocupación. El obstáculo con que se topan para conseguirlo es, básicamente, de tipo legal. Por un lado, la prostitución carece de estatuto y, por otro, cualquier contrato de tipo económico con alguien que ejerza la prostitución puede suponer una denuncia por proxenetismo.

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