La ciudad belga de Mouscron acaba de iniciar una campaña singular par reducir el volumen de basura orgánica producido por sus vecinos. ¿Cómo? Regalando, a las familias que así lo soliciten, un par de gallinas para que devoren los desperdicios.
Las ventajas de este sistema son dobles, como bien explica Christophe Denève, responsable del área de medio ambiente del ayuntamiento de esta ciudad de 52.000 habitantes y situada al oeste de Bélgica:
No sólo se reducen el número de bolsas de basura, sino que además las familias consiguen huevos frescos de una forma barata.
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