domingo, 4 de enero de 2009

Dios está con nosotros

La creación del moderno Estado de Israel está basada en el testimonio de la Biblia, en el movimiento sionista (personas de la religión judía que aspiraban a volver a la tierra de sus antepasados) y en el sentimiento de conmiseración y simpatía que provocaron las matanzas de Hitler en el curso de la II Guerra Mundial.

La Biblia, como dijo Einstein (un científico de origen judío), es un conjunto de leyendas de dudosa veracidad histórica, en algunas de las cuales se afirma que Dios convino con representantes de pueblo de Israel una alianza definitiva que habría de perdurar por los siglos de los siglos. Según esa versión, el primer pacto lo hizo la divinidad con Abraham, el segundo con Isaac y Jacob, y el tercero con Moisés en el Monte Sinaí cuando le entregó las tablas de la ley. En virtud de ese pacto renovado, Israel se convirtió en el pueblo elegido por Dios, aunque hay quien opina, entre los propios intelectuales judíos, que fue al revés y que ese Dios es una ingeniosa creación de los dirigentes del pueblo de Israel; una etnia minoritaria, inteligente y singular que supo encontrar una posición de preeminencia entre las naciones del mundo, pese a haber sufrido numerosas persecuciones.

El movimiento sionista, en cambio, surge con fuerza a partir del siglo XIX cuando algunos prohombres judíos lanzan la iniciativa de retorno a la tierra que sus antepasados habían abandonado en el año 70 de la era cristiana, después de la destrucción de Jerusalén y del segundo templo por las legiones romanas durante el mandato del emperador Tito. A partir de ese momento, la población judía se dispersó por el mundo en lo que se conoce como la Diáspora. Tuvieron que pasar veinte siglos para que se hiciese realidad la creación del Estado de Israel mediante el desplazamiento forzoso de la población palestina, de religión musulmana, instalada en ese territorio. El desplazamiento de esa población y la indefinición de las fronteras del propio Estado israelí han provocado continuos conflictos armados, resueltos siempre a favor de los intereses de la potencia ocupante, apoyada de forma incondicional por los Estados Unidos y por Gran Bretaña, que la consideran un enclave estratégico para el control militar de los yacimientos de petróleo circundantes.

Un soldado israelí que reza al lado de un tanque estacionado cerca de la frontera de Gaza a la espera de intervenir contra la resistencia palestina, después de días de mortíferos bombardeos aéreos. El soldado se tapa la cara con la mano y cierra los ojos para concentrarse en la oración y establecer un diálogo íntimo con Dios. Cuando sus mandos le den la orden de avanzar tendrá que tenerlos bien abiertos para disparar certeramente contra el enemigo. Y lo hará seguramente sin mayores remordimientos. Pertenecer al ejército del pueblo elegido por Dios tiene la ventaja de hacer equivalentes la superioridad moral y la superioridad militar.

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