Hamás es un grupo terrorista para Occidente, pero también un amigo fiel que promueve la sanidad y la educación entre los árabes. Por ello lo que es un demonio para Israel es un ángel vengador para los palestinos.
Israel ha decidido invadir Gaza, una franja de tierra palestina que carece de buenos cultivos, está repleta de pobreza y sufre desde hace décadas un terrible conflicto que enfrenta a los árabes con sus vecinos hebreos. Es en esta tierra donde Israel se enfrenta a Hamás. El enemigo supremo de los israelíes. Un grupo terrorista para Occidente. Una bandera a seguir para el universo árabe.
Y es que Hamás, que para Occidente es un grupo terrorista, para los árabes es mucho más: es el único grupo Palestino que ha osado desafiar al enemigo judío. Y no lo ha hecho utilizando exclusivamente la fuerza, sino que ha promovido una serie de políticas sociales prácticamente desconocidas por los palestinos. He ahí el truco de su fuerza.
Hamás (Movimiento de Restistencia Islámica) surge en 1987 de manos del jeque Ahmed Yasín, quien promovió esta organización durante el desarrollo de la Primera Intifada y que posteriormente sería asesinado.
Su carta fundacional es muy clara. El movimiento beberá directamente de uno de los grupos terroristas más temibles del mundo, los Hermanos Musulmanes de Egipto.
Esto implica que Hamás es un movimiento dotado de un profundo sentimiento religioso basado en el Islam que, combinado con su odio hacia Israel, contribuyeron a fortalecer la organización dentro de Palestina.
Atentados terroristas, suicidas equipados con bombas, secuestros,… Todas las tácticas terroristas conocidas forman parte de las actividades de Hamás que, además de saciar la sed de sangre de los palestinos más extremistas, también promueve una serie de políticas sociales que han contribuido a que en las elecciones de 2006 Hamas arrasase, convirtiendo a Ismail Haniya en Primer Ministro.
Esta victoria ahondó la brecha que existía ya entre Hamás y Al Fatah, el movimiento del fallecido Yasir Arafat. Brecha que también se extendió al pueblo palestino, que veía en Al Fatah un elemento colaboracionista con Occidente y con Israel.
Éste es el enemigo contra el que combate Israel. Un adversario que no es un mero grupo terrorista, sino que tiene el apoyo incondicional del pueblo palestino.
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